
La nave será construida en la órbita terrestre y no llevará al cosmos ninguna fuente de energía para reducir la masa y aumentar la velocidad. En cambio utilizará como combustible el medio ambiente interestelar, el cual en un 70% consiste de hidrógeno. El hidrógeno sería 'captado' por un embudo magnético, luego sería comprimido y calentado por reacción termonuclear, posteriormente se aceleraría y se lanzaría de nuevo al espacio interestelar, proporcionando de esta manera la velocidad necesaria.
Tras finalizar la búsqueda de una tecnología a la vez segura, económica y fácil, la autora del proyecto escogió un propulsor de uniflujo termonuclear y un propulsor de uniflujo fotónico como motores para su nave galáctica. Estos propulsores permitirán acelerar la marcha lo suficiente para alcanzar la estrella más cercana a nuestro sistema solar, Alpha Centauri, en tan solo 42 años. Las naves espaciales existentes necesitarían 50.000 años para hacerlo.
En total, a bordo de Tierra subirían 500 personas, principalmente familias. Todos los alimentos serían sintetizados o cultivados a bordo de la nave a través del método de la hidroponía, que no requiere suelo agrícola. Los gastos para construir la nave galáctica serán mínimos y se rentabilizarían por completo a cargo de los turistas que desearan viajar, cree la joven innovadora. La autora del proyecto espera ser algún día la capitán de su nave espacial y dirigirse a otras galaxias.